viernes 20 de enero de 2023
- Basándose en investigaciones que señalan una posible relación beneficiosa entre las personas habitantes de una vivienda y la fauna microscópica de estos espacios, un proyecto del Centro ANID CENAMAD busca conocer sí la madera puede ser el ecosistema ideal para estos microorganismos.
“Beneficios microbiológicos de revestimientos de madera con diversos grados de ventilación para la salud y bienestar de los usuarios” fue uno de los trece proyectos que el Centro ANID CENAMAD seleccionó en 2022 para llevar a cabo a través de sus fondos capital semilla, el cuál destacó por poner su foco en una de las materias con mayor crecimiento en su importancia de los últimos años: la asociación entre salud y ambiente construido.
“Después de la pandemia ese tema surgió super fuerte: cómo nuestras viviendas pueden constituir elementos que pueden influir a que te mejores o que te enfermes” explica el Investigador Principal de la línea de investigación de construcción con madera y la Universidad Católica, Felipe Encinas, quien lidera la investigación junto a un equipo interdisciplinario de expertos.
En base a esta premisa en avance, el objetivo principal de este proyecto apunta a evaluar la capacidad de colonización o asentamiento de microorganismos tales como bacterias y hongos microscópicos sobre distintas superficies de madera y otros materiales utilizados para el revestimiento interior de viviendas, al mismo tiempo que bajo diversos regímenes de ventilación y condiciones ambientales como humedad y temperatura, entre otros.
Esta evaluación se levanta sobre el supuesto de que los microorganismos presentes en una vivienda, sus condiciones de colonización y la ventilación disponible en esta, pueden tener un rol determinante en el bienestar de sus habitantes, fortaleciendo la salud inmunitaria a través de una exposición controlada que permita el desarrollo de defensas.
Si bien la interacción entre humanos y organismos que habitan sus espacios data del inicio de la especie, su influencia ha sido visible de múltiples maneras a lo largo de los siglos, y en el caso de los microorganismos, ha estado marcada en variadas ocasiones por la enfermedad, la muerte y el miedo.
La preocupación por las repercusiones de la convivencia humano-microbioma es un tema cada vez más hablado en el mundo en los últimos años. La reciente pandemia del Covid-19 y sus variantes llevaron la atención del mundo a todo aquello que no podíamos ver a nuestro alrededor y su potencial patógeno, reactivando esta ansiedad ante la presencia de microorganismos en el interior de las viviendas.
“Entonces (en ese contexto) aparecen fenómenos asociados a cómo se habitan las viviendas” explica Encinas, quien observó esto tempranamente en 2020 y reunió a un amplio grupo de expertos en arquitectura, sociología y biología para realizar el proyecto FONDECYT “Nexo Pobreza-Energía-Vivienda: Lineamientos de política pública para abordar la pobreza energética desde la relación con la vivienda en áreas metropolitanas”.
Calificado por Encinas como el antecedente directo del proyecto de beneficios microbiológicos de revestimientos de madera, esta investigación observó las interrelaciones entre estos tres elementos en un contexto urbano, y desarrolló un modelo para utilizarlas como una estrategia para proponer lineamientos de políticas públicas que contribuyeran a superar la pobreza energética desde las viviendas hasta la ciudad misma.
El estudio incluyó tres muestreos microbiológicos a un caso de estudio, siendo este un condominio social ubicado en la comuna de Renca, región metropolitana. Estos permitieron observar que, contrario a lo pensado, microorganismos como bacterias y hongos no se concentraban en lugares como los puentes térmicos. En cambio, mostraron una directa relación entre el microbioma interior de la vivienda y el del ambiente exterior.
Junto a esto, los muestreos interiores se focalizaron en livings y cocinas, áreas comunes y con flujo de todos los habitantes de la casa, que a su vez eran similares en todas las viviendas del condominio. Las cocinas eran espacios estructuralmente más cerrados, asociadas a fuentes de contaminación, lo cual se reflejó en las muestras a través de una bajísima diversidad en el microbioma presente, el cuál interactuaba entre sí de maneras muy estrictas y delimitadas.
Madera: bienestar interior
La observación del microbioma interior derivó al análisis de los materiales utilizados como una progresión natural, señala Encinas: “nos dio pie a esta pregunta original que teníamos, (para) complementarla con otras y, a la luz de CENAMAD, (dijimos) “ya, veamos qué pasa”.
Esto derivó al planteamiento del proyecto en noviembre del 2021 y a su posterior adjudicación de fondos en 2022. Cuando dieron el primer paso al respecto, realizando una revisión de la bibliografía existente, se encontraron con que había muy poca disponible y sus análisis eran bastante vagos, estudiando materiales sin especificar condiciones adicionales.
El equipo de Encinas comenzó a realizar un experimento similar en nuestro país tomando a la Torre Experimental Peñuelas como escenario, donde inicialmente tomaron tres muestras de distintos elementos alrededor de la edificación para comparar la abundancia de vida microscópica en ellos. “Fuimos después de una tormenta, tomamos un charco de agua, una muestra de la corteza de un árbol, y una muestra del revestimiento exterior de la torre” Comenta el investigador.
Como resultado, la madera presentó una baja concentración de microorganismos en comparación a los otros espacios testeados. Encinas comenta que para ellos esto era sumamente ilustrativo, ya que, si bien los humanos podemos pensar en esta madera como algo mucho más natural que el hormigón o el acero, para el microbioma se trata de un ambiente nuevo y surgido muy recientemente, en comparación a la simbiosis de milenios que llevan generando con el agua o los árboles.
En la segunda parte del experimento se procedió a ingresar cuatro tableros de diversos materiales de construcción seleccionados por ser lo más usados en nuestro país a la hora de construir: tableros de pino, maderas aglomeradas, fibrocemento y mortero de cemento.
A lo largo de un determinado periodo de tiempo se expuso a las distintas muestras al ambiente del lugar, aprovechando además los tres pisos que la torre posee para su uso en investigación para sumar una variable no observada aún por la ciencia, que son regímenes de ventilación como el mecánico y el balanceado, entre otros.
Tras este tiempo, se recogieron muestras microbiológicas de cada uno de los tableros, las cuales actualmente se encuentran en laboratorio para develar qué tan fáciles o difíciles han sido estos materiales en materia de colonización para el microbioma, qué tanto ha influido la presencia de los regímenes de ventilación en la abundancia y supervivencia de los organismos, y qué tipo de bacterias pudieron proliferar en cada material, buscando observar sí la madera puede ser la clave para generar microbiomas positivos para las personas.
Fuente: CENAMAD