miércoles 30 de noviembre de 2022
- Un estudio de investigadores de la Universidad de Concepción, Centro EULA y el Centro ANID, Instituto Milenio SECOS, analizó la capacidad del territorio entre la Región Metropolitana y la Región de Arica y Parinacota, para la instalación de plantas desalinizadoras. Mediante imágenes satelitales y una serie de factores y restricciones que posee el territorio chileno, los resultados demuestran que del total de superficie en la zona costera considerada para el estudio, solo 5.195 km2 son “altamente apropiados”.
La crisis climática ha generado escasez hídrica a lo largo y ancho del planeta. Bajo ese contexto, la desalinización de agua de mar se ha vuelto una alternativa para mitigar la sequía. En Chile, de acuerdo a cifras oficiales del gobierno, más del 50% de las comunas del país -en las cuales habitan más de 8 millones y que corresponden al 47,5% de la población- se encuentran bajo escasez hídrica.
Según datos del Ministerio de Obras Públicas (MOP), en el país actualmente hay 24 plantas desalinizadoras en operación y 22 en estado de construcción o planificación, ubicadas principalmente en las zonas costeras del centro norte del país. Pero un mayor desarrollo de estas plantas, pone el foco en el crecimiento sostenible de la industria.
“La predicción que nosotros hacemos es que probablemente esta industria se va a triplicar o cuadriplicar en las próximas décadas, lo que probablemente afecte a muchas comunidades o ciudades costeras. Tenemos que ser cuidadosos con la localidad específica donde estas plantas se desarrollen, porque efectivamente podría tener consecuencias negativas, pero requerimos que sean las mínimas posibles y que sea el menor impacto hacia el ecosistema que va a recibir esta salmuera, entre otras externalidades”, explica Ricardo Barra, co-autor del paper, director del Centro EULA de la Universidad de Concepción e investigador del Instituto Milenio en Socio-Ecología Costera SECOS y el centro CRHIAM.
Factores y restricciones para idoneidad de sitios
En ese contexto, un grupo de investigadores de la Facultad de Ciencias Ambientales de la Universidad de Concepción, del Centro de Recursos Hídricos para la Agricultura y la Minería (CRHIAM), Instituto Milenio SECOS y de la empresa Bloom Alert, realizaron un estudio que analizó a través de Sistemas de Información Geográfica una serie de criterios para establecer los sitios donde es apropiado o no instalar plantas desaladoras. Esto, entre las regiones Metropolitana y de Arica y Parinacota.
Para definir los sectores más apropiados para el desarrollo de estas plantas y con el fin de tener un menor costo técnico e impacto ambiental, se seleccionaron diversos factores y restricciones espaciales. Estos criterios se definieron por medio de encuestas enviadas a 22 expertos internacionales en el tema, que incluía personas del área de la ingeniería, mantenimiento, académicos de las ciencias ambientales, actores del sector público, entre otros.
De esta forma, establecieron ciertos factores que mejoran la idoneidad de la actividad en la zona como la altitud, la distancia a la costa, pendiente, distancia a urbes, distancia a la red energética y distancia a la red de carreteras. Asimismo, definieron restricciones que limitan la factibilidad del proyecto, como la presencia de áreas protegidas con una distancia mínima de 3 Km o de comunidades indígenas con una distancia mínima de 1 Km. Así, el estudio creó mapas interactivos que destacan áreas idóneas o más apropiadas para la construcción de estas plantas.
Zonas altamente apropiadas: cerca de la costa y con altitud adecuada
Los resultados de la investigación evidencian que de 114.540 km2 en las zonas norte y centro norte del país que se consideraron, solo el 4.54% fue establecido como altamente apropiado, lo que según los autores “revela la falta de espacio que se contrapone a las expectativas de crecimiento de la industria”. Particularmente, las regiones de Coquimbo, Antofagasta y Atacama fueron las que presentaron una mayor cantidad de territorio apropiado para la instalación de plantas desalinizadoras, con 1.241 km2, 1.053 km2 y 1.039 km2, respectivamente. En tanto, el 60% de los sitios se consideraron como poco o nada apropiados, lo que puede explicarse en gran medida por la fuerte influencia de la cordillera y cordones montañosos que atraviesan Chile.
En ese sentido, los factores más ponderados fueron la cercanía a la costa y la altitud. El primero, porque es clave para disminuir los costos, tanto en el transporte del agua como la gestión de la salmuera (agua con mayor concentración de sal), mediante difusores submareales con un menor impacto. El segundo factor, debido a que este se ve asociado a costos operacionales como el bombeo.
Sin embargo, el análisis también consideró algunas áreas en el valle central como muy apropiadas para el desarrollo de la industria de la desalinización. Esto, porque pese a su gran distancia a la costa, en estas zonas existe un alto desarrollo minero y agrícola, actividades que utilizan una gran cantidad de agua y que son fundamentales para la economía nacional.
El estudio además analizó 40 plantas que están actualmente en funcionamiento o en fase de planificación. Considerando los mismos criterios anteriormente mencionados, los investigadores encontraron que 21 de estas plantas están en zonas muy apropiadas, 1 en zona apropiada y 1 en zona medianamente apropiada. Las 17 restantes, se emplazan en zonas no apropiadas o en zonas sin clasificación. De estas, el 94% operan cerca de zonas urbanas y un 6% lo hace en las proximidades de una minera, sobre los 1500 msnm.
Proyecciones de la industria desaladora y su investigación
La investigación además explica que este estudio no reemplaza la necesidad de una línea base de evaluación específica para cada proyecto, según su escala. De hecho, los científicos señalan que este análisis está hecho a una gran escala, es decir, miles de kilómetros. “Ahora, lo que tenemos que hacer es un zoom para ir mirando con más detalle este 4% de la superficie, para obtener en detalle dónde podría ser el mejor lugar, evitando los impactos adversos”, agrega Barra. “Debemos tomar ciertas cautelas para poder desarrollar esta industria de una forma sostenible que respete al medioambiente y a las comunidades, y que a su vez sea económicamente conveniente para el país”, añade.
Además, la investigación establece que los estudios futuros deberían incluir otros factores como riesgo de tsunami, calidad del agua, frecuencia de mareas rojas y modelos económicos.
Fuente: SECOS